Toser en el codo, no tocarnos la cara, lavarnos las manos, respetar el metro y medio de distancia entre personas... Los pediatras ya inventaron, hace tres años, el 'rap de la tos y el codo' para enseñar a los niños cómo disminuir la transmisión de enfermedades contagiosas.
Pero ha tenido que venir un coronavirus para que aprendamos de una vez por todas la importancia de mantener una higiene básica como cortesía y responsabilidad individual, también para futuros contagios de enfermedades más leves. Ya no hay excusas.
El virus COVID-19 también ha atacado una de las cualidades intrínsecas del ser humano: la sociabilidad. El aislamiento forzado nos obliga a replantearnos la importancia de la interacción social. Cuando todos estábamos buscando formas de escapar de los agotadores grupos de 'whatsapp', ahora resulta que no están tan mal cuando llevas 72 horas seguidas sin salir de casa. Pero los 'chats' solo son un alivio para lo que de verdad echamos de menos, la cercanía real.