Alexa Maithé es una artista hondureña cuya carrera se ha inspirado en experiencias internacionales, especialmente en París, donde encontró renovación y motivación para su trabajo creativo. Desde una adolescencia marcada por el bullying, descubrió en la expresión artística una salida única. Con formación en diseño en Florencia y Berlín, fusiona su herencia hondureña con influencias europeas, explorando temas ancestrales y misteriosos. Su proceso creativo, que incluye meditación, danza y el uso ritual del cacao, refleja su conexión íntima con la expresión auténtica y personal.
- ¿Cómo influyó tu trasladó a París en tu enfoque artístico y en la temática de tus obras?
Realmente, estar en la cuna del arte que es París y exponer allí elevó mis ánimos. Me dio la posibilidad de soñar y creer que puedo vivir de mi arte, de salir adelante con él. Mi propuesta fue aceptada porque ya había trabajado e indagado en estas temáticas desde que tenía 25 años. Esto me impulsó y me hizo decir ‘sí, quiero seguir creando y haciendo arte, y apuntar a mi sueño’, porque, la verdad, antes de ir a París estaba un poco desmotivada.
2. ¿Cuál es tu proceso creativo habitual y cómo lo adaptas a diferentes proyectos?
Lo primero que hago es meditar para poder canalizar con claridad la idea que tengo en mente y así formar un proceso. Por ejemplo, si un cliente me pide un mueble y me dice que quiere sentir serenidad, pero también desea que yo le agregue mi toque espiritual, siempre comienzo meditando. Este toque personal proviene desde el punto inicial de la meditación, porque sin ella, las ideas no me vienen claras. Así es como inicia mi proceso.
Si se trata de una obra de arte, pintura digital, dibujo, portada de un álbum de un artista, logo o mobiliario, el inicio casi siempre es meditar. Además, en el 90% de las veces, utilizo cacao para entrar en un estado activo y relajado al mismo tiempo, ya que el cacao contiene teobromina y magnesio, lo cual influye en mi proceso y mi trabajo.
3. ¿Qué te inspiró a iniciar tu carrera artística a los 16 años?
El bullying y la soledad. Tuve una adolescencia difícil en todas las escuelas en las que estuve, y eso me afectó mucho. Estaba deprimida en ese tiempo, y fue eso lo que me inspiró a iniciar mi carrera artística a los 16 años.
4. ¿Cómo equilibras la herencia cultural hondureña con las influencias europeas en tu trabajo?
Muchas personas me han dicho que es una suerte que no haya estudiado arte, ya que esto no ha influido en lo crudo de mi proceso y mi inspiración. Probablemente, si hubiese estudiado arte, habría adoptado muchas influencias y me habría comparado con los grandes artistas europeos, quienes son los más emblemáticos y reconocidos. Siento que el hecho de provenir de Honduras, un lugar único y caótico, sin mucha identidad definida, me ha permitido escarbar y mapear aspectos históricos y ancestrales. Me encantan los secretos de la ancestralidad, las costumbres y tradiciones de la gente. Honduras me hace especial porque no sigo el mismo camino que otros artistas con una educación formal diferente. El hecho de que soy de Honduras, que no estudié arte, que soy autodidacta y que me gusta indagar en temas ancestrales y misteriosos, hace que mi arte sea único.
5. ¿Puedes hablarnos más sobre tu experiencia estudiando arte en Florencia y Berlín?
Estudié diseño de interiores y de producto en Florencia, porque mi papá me dijo que no estudiara arte, ya que me moriría de hambre, así que tuve que estudiar algo relacionado. Tengo muchas anécdotas de esa época. Por ejemplo, solía tomar una pequeña botella de vino y tabaco por las noches, y me iba sola a un punto en el puente antes de llegar al Ponte Vecchio. Me subía a un triángulo, como una columna gigante que sostiene el puente, con mi sketchbook y mis audífonos. Era como una velada perfecta, una cita romántica conmigo misma y con el Renacimiento.
Florencia estimuló tanto mi cerebro que me sentía completamente tocada en mi alma, mis poros, todo. Podía pasar horas viendo infraestructuras, fachadas y museos renacentistas. Vivir allí significaba estar constantemente rodeada de estímulos y una increíble riqueza cultural. El proceso artesanal y el arte meticuloso, antiguo y elaborado con tanto cuidado, me fascinaba. Una anécdota memorable es que mi universidad estaba frente al Palacio Pitti, y solía soñar despierta mirando por la ventana, pensando: ‘Holly shit, esto es lo que quiero hacer, crear’. Quiero que la gente sienta esos mismos sentimientos a través de un espacio, combinando el arte con lo que estudié de diseño de interiores y de productos. Quiero que la gente se envuelva y se sienta acogida por un espacio, aunque sea silencioso, así como el arte de Florencia me envolvió a mí.
6. ¿Qué desafíos has enfrentado como artista autodidacta y cómo los has superado?
Desafíos siempre han habido, especialmente en la carrera artística, porque es un poco impredecible. Lo más desafiante que he encontrado es que en Honduras no se aprecia tanto el aporte y la necesidad sensible que traemos los artistas al país. Esto se puede ver incluso en el patrimonio y las culturas indígenas, que han ido desapareciendo, así como en la gastronomía. Esa falta de apreciación ha sido un reto, aceptar que en nuestro país aún falta valorar lo que somos como artistas y nuestro papel en darle color a la vida.
¿Cómo he superado estos límites y la frustración de sentirme como artista? Realmente, sigo creando. No puedo vivir sin crear. Al final, no importa la adversidad, la creación siempre me mantiene a flote, viva, indagando e imaginando. Esos son los desafíos que he enfrentado y cómo los he superado.
7. ¿Cómo utilizas la danza y el movimiento en tu práctica artística diaria?
La manera en que utilizó la danza y el movimiento en mi día a día, no solo cuando voy a pintar, es fundamental. La música forma parte de mi rutina cotidiana, desde el piano, el blues hasta el rock psicodélico, todo depende del momento. El cuerpo es el instrumento que uno tiene para entender cómo fluimos como energía y cómo estamos internamente. Cuando hago danza o movimiento, puedo entenderme de una manera muy íntima. Por ejemplo, ahora me siento como el agua, en paz y serena, pero a veces me siento como el fuego.
El movimiento es una forma de expresión, incluso terapéutica, porque somos cambiantes y efímeros, no permanecemos en un estado perpetuo. La danza y el movimiento son cruciales para entender mis estados de ánimo. Cuando se trata de hacer arte, comienzo con meditación, movimiento, danza, respiración o cacao para alinearme. Me gusta crear arte a partir de un proceso limpio, donde ya estoy conectada conmigo misma y con la gran creación. Es como una limpieza íntima y personal que me prepara para expresarme.
8. ¿Qué consejo le darías a otros artistas que buscan encontrar coherencia y autenticidad en su trabajo?
El consejo más importante que puedo dar a cualquier persona creativa, artista o a quienes están en este campo tratando de expresarse y ser auténticos, es que lo auténtico realmente se nota. Lo que no se copia, lo que se siente natural, tiene un valor y un sabor auténtico. Por lo tanto, mi consejo es que se adentren en sí mismos, que exploren su interior para entender hacia dónde quiere dirigirse su alma, su técnica y sus pasiones. Con meditación y espiritualidad, buscando ser instrumentos de la vida, el ego desequilibrado no nuble las infinitas posibilidades de expresión.
Dejándose llevar por la vida con humildad, creo que ahí es donde se encuentra la técnica y la autenticidad de cada uno de nosotros como artistas. Es pura expresión desde lo más profundo hacia afuera.
Producción y Fotografía: Jose Vargas, Hair and Makeup: Sofi Clare, Agradecimientos: Clubhouse.
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