La perfección no existe, pero desafortunadamente gastamos mucho tiempo y energía persiguiendo espejismos. Y por buscar la perfección nos perdemos de las cosas más valiosas de la vida.
Muchas veces nos martirizamos pensando en todas las veces que nos hemos equivocado. En esos momentos que no supimos manejar la situación con nuestros hijos como lo hubiésemos querido.
Es así que por medio de esta campaña quiero decirle a cada mujer y madre: No te compares, no tengas falsas expectativas... seamos felices con lo mucho o poco que tengamos, y que recuerdes que a pesar de tus errores eres valiosa, eres amada, y tomada de la mano de Dios, eres más que suficiente.
No somos llamadas a ser perfectas, pero en Dios estamos completas.