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El bullying es más una pandemia que una excepción a la regla. Algunos niños logran manifestar su situación y encuentran ayuda, pero son más los que sufren en silencio y llevan las secuelas toda la vida, o, peor aún, llegan a un momento tan insoportable que sin ver más salida deciden terminar con su preciosa vida.
Aun recuerdo el miedo de ir a la escuela cada día y tener que sentarme con el grupo de varones. Tenía apenas unos 9 años y era una niña callada e introvertida a quien le costaba encajar. La maestra nos sentó en grupo y me toco con cuatro chicos, que, comandados por un bully, todos los días se burlaban de mí y me hacían la vida imposible.
Hasta que un día no llego el bully y por primera vez en meses la pasé espectacular con mis compañeros. Reímos, aprendimos y compartimos. Pero al día siguiente regresó el bully y comenzó la tortura nuevamente. Entonces, uno de mis compañeritos se paró y le dijo: “Ayer la pasamos muy bien, dejá de molestar a Jessica”. El valor de este niño cambió el resto de mi año escolar y me dio el espacio para crecer y convertirme en la mujer segura que soy hoy.
Como madres, padres o maestros, podemos hacer mucho para detener esta tragedia. Puedes enseñar a tus hijos qué es el bullying, ayudarles a entender que no es normal y principalmente, enseñarles a defenderse y a defender a otros que no saben cómo hacerlo. Todos podemos ser héroes deteniendo este mal tan terrible.
Nota por: Jessica Calderón
Coach Ejecutiva y Conferencista Internacional